Furcio, el querido personaje de No manches, fue hallado trabajando como «viene, viene». La historia conmueve y estremece por su crudeza y nostalgia.
«Aquí voy a estar todavía hasta que diga Dios», dijo Furcio, con una sonrisa sincera, parado entre autos y vendiendo cigarros. La palabra clave «Furcio» retumba con fuerza entre quienes crecieron riendo con él en la televisión mexicana.
El regreso inesperado de Furcio
De la fama nacional al anonimato cotidiano
Durante los años 2004 a 2006, Furcio se ganó el corazón de millones en el programa No manches, liderado por Omar Chaparro. Con su humor tierno y torpe, se volvió un personaje entrañable junto a figuras como Sammy y Margarito Esparza.
Hoy, dos décadas después, Abraham Esqueda Lozado, el actor detrás de Furcio, aparece en un escenario completamente distinto: trabajando como «viene, viene» en la alcaldía Álvaro Obregón.
«Aunque me llamo Abraham, muchos todavía me dicen Furcio», declaró en un video viral.
El video que estremeció las redes
El video fue compartido por el influencer Lalo Elizarrarás a inicios de 2025 y no tardó en viralizarse. En él, Esqueda aparece trabajando cerca de Televisa, epicentro de su antiguo esplendor.
Las reacciones no se hicieron esperar:
- «¡Mi infancia!»
- «Siempre fue mi favorito»
- «Se nota su humildad y corazón grande»
La historia de un ascenso televisivo
El éxito de No manches
Transmitido entre 2004 y 2006, No manches fue uno de los programas más exitosos de la televisión mexicana. Su formato irreverente, sketch tras sketch, dio paso a talentos como:
- Omar Chaparro (conductor principal)
- El Burro Van Rankin
- Sammy y Miguel Luis
- Margarito
Pero fue Furcio, con su torpeza encantadora y frases inolvidables, quién se robó la escena.
Un personaje que conquistó al pueblo
Furcio no era un protagonista tradicional. Su fuerza radica en la identificación con el pueblo:
- Trabajador
- Inocente
- Siempre alegre
Esa mezcla de vulnerabilidad y humor lo posicionó como un ícono.
El silencio tras los reflectores
Desaparición gradual del medio
Tras la cancelación del programa, Furcio desapareció de la escena pública. Esqueda nunca dio declaraciones formales, pero en el video reconoce:
«Mi salida no fue porque yo quisiera»
Realidad dura del medio artístico mexicano
Su historia expone una problemática recurrente:
- Falta de oportunidades para actores cómicos no convencionales
- Olvido institucional tras el fin de los programas
- Precariedad laboral fuera del éxito momentáneo
Abraham Esqueda tuvo que reinventarse. Y lo hizo de la forma más honesta: trabajando.
La dignidad del trabajo en la calle
«Aquí voy a estar hasta que diga Dios»
Con esa frase, Esqueda no sólo declaró su situación actual, sino su filosofía de vida.
Lejos de la autocompasión, se muestra resiliente, humilde y orgulloso de su trabajo:
- Ayudando con el tráfico
- Vendiendo cigarros
- Saludando a quienes aún lo reconocen
Reacciones: entre nostalgia y respeto
Miles de usuarios manifestaron su apoyo:
- «¡Gracias por tantas risas, Furcio!»
- «Una lección de vida en 20 segundos»
Su historia genera un efecto espejo: ¿qué pasó con nuestras figuras televisivas?
Nostalgia, cultura pop y olvido
Furcio como símbolo generacional
El regreso de Furcio pone sobre la mesa la fuerza emocional de la nostalgia televisiva:
- Recuerdos de infancia
- Tiempos donde la televisión unía a las familias
- Risas sin cinismo
Cultura de desecho en la televisión
El caso también evidencia una realidad cruda:
- La televisión mexicana rara vez apoya a sus talentos al terminar sus ciclos
- No existe una red de apoyo para actores no consolidados
- La fama es efímera si no se acompaña de respaldo institucional
Lo viral como catarsis colectiva
El poder de las redes para visibilizar
El video de Elizarrarás se convirtió en una catarsis colectiva. No solo por la figura de Furcio, sino por lo que representa:
- La realidad de miles de mexicanos que han tenido que reinventarse
- El olvido de figuras queridas que marcaron épocas
Reacciones de otros personajes del medio
Hasta el momento, ni Omar Chaparro ni Televisa han hecho declaraciones. Pero los internautas ya han solicitado:
- Entrevistas
- Apoyo económico
- Reconocimiento público
¿Qué hacemos con nuestros ídolos caídos?
Abraham Esqueda no pidió lástima. Pidió que lo reconozcan por su trabajo, ya sea en TV o en la calle.
La historia de Furcio no es solo viral. Es un espejo de lo que somos como sociedad: rápidos para consumir, lentos para recordar.
¿Cómo queremos tratar a quienes alguna vez nos hicieron reír?