Las piezas se mueven en silencio. Ovidio Guzmán, «El Ratón», podría estar rompiendo el código del Cártel de Sinaloa. Una colaboración secreta que ya deja huellas.
El inicio de la «traición»: la protección familiar
Todo comenzó con una escena que ha marcado casos anteriores de colaboración judicial: la llegada a Estados Unidos de 17 familiares directos de Ovidio Guzmán. Entre ellos, varios miembros de su círculo más cercano. El periodista Luis Chaparro y el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, confirmaron el hecho.
Esta evacuación no es casual. Se trata, según el periodista Jesús Esquivel, de una «estrategia de protección anticipada» ligada a una posible cooperación judicial. El eco de esta traición recuerda al caso de Jesús Vicente Zambada Niebla, «El Vicentillo», quien colaboró con la justicia norteamericana a cambio de beneficios judiciales.
«Ya empezaron las traiciones», afirmó Esquivel en entrevista con Aristegui Noticias.
El golpe fentanilo: Salazar Amaya y el «modelo de empresa»
Apenas unos días después de esta protección familiar, un histórico decomiso de fentanilo sacudió a las autoridades estadounidenses. Más de 3 millones de pastillas, junto a armas automáticas, dinero en efectivo y drogas adicionales como cocaína y metanfetamina.
El principal detenido fue Heriberto Salazar Amaya, un operador desconocido para la opinión pública, pero que dirigía una de las redes de distribución más grandes desde Salem, Oregón. Su método no incluía violencia. Usaba:
- Mensajeros entrenados
- Casas como centros de acopio
- Rutas logísticas cronometradas
Este «modelo Salazar» operaba como una empresa criminal eficiente. Para el especialista David Saucedo, este golpe podría ser resultado directo de información suministrada por Ovidio Guzmán:
«Puede tratarse del propio Ovidio […] que todavía tiene conocimiento sobre su organización», dijo en Radio Fórmula.
Narcoterrorismo: la nueva frontera judicial
Un día después del decomiso, el Departamento de Justicia de EE.UU. lanzó su primera acusación formal por narcoterrorismo contra miembros del Cártel de Sinaloa. Entre ellos:
- Pedro Inzunza Noriega y su hijo
- Fausto Isidro Meza Flores («El Chapo Isidro»)
- Ismael Zambada Sicairos («Mayito Flaco»)
- Iván Archivaldo Guzmán (hermanastro de Ovidio)
El fiscal Adam Gordon fue claro: los cargos incluyen narcoterrorismo, apoyo al terrorismo, tráfico y lavado de dinero.
La acusación coincide con los nombres que Jesús Esquivel había advertido como posibles objetivos de delación por parte de Ovidio. La narrativa se fortalece: Los Chapitos contra La Mayiza.
El frente mexicano: laboratorios desmantelados
En Sinaloa, las autoridades mexicanas, con apoyo técnico de EE.UU., desmantelaron tres laboratorios clandestinos y aseguraron 1,370 litros de químicos destinados a la producción de metanfetamina.
La operación binacional fue ejecutada por:
- Agencia de Investigación Criminal (AIC)
- Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)
- Secretaría de Marina (Semar)
Estas acciones refuerzan la teoría de que información interna está fluyendo hacia las agencias estadounidenses, posiblemente desde Ovidio Guzmán.
La estrategia de colaboración: menos balas, más acuerdos
David Saucedo lo resume bien: «Washington ha perfeccionado una estrategia basada en acuerdos judiciales, no en balas». La información interna ha resultado más eficaz que los operativos aislados para desmantelar estas redes transnacionales.
Hoy, Ovidio podría ser la pieza clave para redibujar el mapa del narcotráfico. Y como en toda traición, las consecuencias apenas empiezan a emerger.
El precio de hablar
Si Ovidio habla, el Cártel tiembla. Los movimientos recientes no son casualidad. Cada decomiso, cada acusación, cada arresto tiene una conexión silenciosa. El futuro del crimen organizado podría depender de un solo testimonio.
¿Qué consecuencias sociales tendrá el colapso interno del Cártel de Sinaloa? La respuesta podría estar en los tribunales de Estados Unidos.