El guerrero que descansó
«Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso». Con esas palabras, José Mujica, el expresidente de Uruguay conocido como el más austero del mundo, se despidió de la vida pública antes de morir este martes 13 de mayo a los 89 años. Su muerte marca el fin de una era, pero también el inicio de una leyenda.
De guerrillero a presidente: una vida de película
Nacido en 1935, Mujica fue mucho más que un político. Fue un guerrillero, un preso durante 15 años en condiciones infrahumanas, un presidente sin corbata y un filósofo del campo. Su vida fue una novela de resistencia, redención y coherencia.
Juventud en rebelión
En los años 60, Mujica se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana que buscaba justicia social en un Uruguay convulsionado. Fue capturado y torturado por la dictadura militar. Pasó 13 años en prisiones, varios de ellos incomunicado.
De la cárcel al poder
Liberado en 1985, tras el regreso de la democracia, fundó el Movimiento de Participación Popular (MPP), columna vertebral del Frente Amplio. Fue diputado, senador, ministro y en 2010, presidente. Gobernó hasta 2015.
El «presidente más pobre del mundo»
Durante su mandato, Mujica donó el 90% de su salario a programas sociales y vivió en su chacra en las afueras de Montevideo. Rechazó los lujos del poder y viajaba en un viejo Volkswagen escarabajo. Su estilo íntimo y auténtico cautivó al mundo.
Un discurso que dio la vuelta al mundo
En 2012, en la cumbre de la ONU Rio+20, Mujica pronunció un discurso contra el consumismo que se viralizó globalmente: «No venimos al mundo a desarrollarnos económicamente, sino a ser felices», dijo. Un año después, arremetió contra el «dios mercado» en la Asamblea General de la ONU.
Políticas valientes, decisiones polémicas
Mujica fue un reformista audaz. Legalizó el cultivo y venta de marihuana, convirtiendo al Estado en regulador de toda la cadena. Recibió presos de Guantánamo por un acuerdo con Obama. Su legado es el de un presidente que no le tuvo miedo a romper esquemas.
Frases que marcaron una era
- «No sea nabo», decía a los periodistas.
- «Esta vieja es peor que el tuerto», sobre Cristina Kirchner, sin saber que el micrófono estaba abierto.
- «Gracias a la vida», dijo poco antes de morir.
Un final con dignidad
En abril de 2024, se le diagnosticó un tumor en el esófago. A finales de ese año, el cáncer se había extendido al hígado. Mujica, afectado también por una enfermedad renal crónica, rechazó tratamientos agresivos. En enero de 2025, ingresó en cuidados paliativos.
Su última entrevista fue a la BBC: «Estuve añares preso, me pasó de todo, después fui presidente. Entonces tengo que gritarle gracias a la vida».
Su último legado: la campaña final
Aun enfermo, Mujica fue clave en el regreso al poder del Frente Amplio en noviembre de 2024. Su apoyo a Yamandú Orsi fue determinante. «Tiene algo de grato sabor, un poco como premio de despedida», dijo.
El amor, la compañera, la flor
Lucía Topolansky, su esposa, fue también exguerrillera, senadora y vicepresidenta. «Haber encontrado a Lucía a la larga fue el mayor acierto», confesó Mujica.
Cultivaron juntos la tierra, las ideas y los sueños. Hasta el final.
El futuro sin Pepe
La muerte de Mujica deja un vacío en la política latinoamericana. Pero también una huella única: la de quien demostró que se puede gobernar con decencia, coherencia y sin perder la humanidad.
¿Será posible que surjan nuevos líderes con su misma pasión y humildad? El tiempo lo dirá.