Lyan fue sacado de su casa descalzo, con el miedo en sus ojos y las manos en alto. Hoy, su madre solo pide que lo dejen volver vivo.
El día que la infancia de Lyan fue interrumpida
Eran las primeras horas del día cuando Angie Bonilla, madre de Lyan Hortúa, se enfrentó al peor de los horrores. Su hijo de apenas 11 años fue secuestrado por un grupo armado que irrumpió violentamente en su hogar en Jamundí, Valle del Cauca. Las cámaras de videovigilancia captaron el dramático momento.
El pequeño, que estaba descalzo y con poca ropa, fue obligado a subir a un vehículo. Su imagen, con los brazos en alto, intentando no provocar a sus captores, se ha convertido en un emblema del terror que vive Colombia.
El operativo criminal: asalto planificado y violento
Cinco hombres, armas y un objetivo: Lyan
El video de seguridad revela que al menos cinco hombres armados y encapuchados participaron en el secuestro. Dos de ellos se llevaron directamente al niño. Otros neutralizaron a su madre, Angie Bonilla, y a la empleada doméstica.
En la planta alta, el padrastro de Lyan se encontraba con un bebé en brazos. El caos fue total. Lyan, al escuchar el alboroto, salió de su cuarto y fue recibido con el cañón de un arma apuntando a su rostro.
Los responsables: disidencias de las FARC bajo Jaime Martínez
Las autoridades han identificado a los secuestradores como parte del grupo criminal liderado por Jaime Martínez, escisión del bloque de Iván Mordisco. Estos grupos, nacidos de las disidencias de las FARC, siguen sembrando terror en regiones como el Valle del Cauca.
Colombia ofrece una recompensa de hasta 4.450 millones de pesos por información que permita capturar a Martínez. Estos grupos operan con impunidad, y su objetivo parecen ser los más vulnerables: niños, campesinos, familias indefensas.
«Solo pido a mi hijo»: el clamor de Angie Bonilla
Angie, madre de Lyan, hizo una declaración conmovedora ante los medios: “Esto es la muerte en vida porque es la pérdida de un hijo que no sé en qué condiciones está«. Su rostro destruido por el dolor ha dado la vuelta al país.
Con lágrimas, suplicó: “Solo pido a mi hijo, que lo respeten, que lo devuelvan vivo«. Su testimonio ha generado una ola de solidaridad en redes sociales, donde miles replican el hashtag #DevuelvanALyan.
Colombia ante una emergencia humanitaria
Un país donde los niños no están seguros
El secuestro de menores no es un hecho aislado. En Colombia, organizaciones como la Defensoría del Pueblo han alertado sobre el creciente reclutamiento y rapto de menores por parte de grupos armados ilegales.
Según cifras de 2023, más de 240 niños fueron víctimas de reclutamiento forzado. Jamundí y otras zonas del suroccidente colombiano se han convertido en focos rojos.
El llamado urgente a las autoridades
ONGs y colectivos de derechos humanos exigen una respuesta rápida y contundente del Estado. “No podemos permitir que los niños sean botines de guerra o moneda de cambio para estos grupos«, declaró la Fundación País Libre.
El rostro de Lyan es el rostro de un país herido
El caso de Lyan no es sólo una tragedia familiar. Es el reflejo de un país que aún no puede proteger a sus niños. Hoy, Colombia no solo busca a un menor, sino que enfrenta su propia fragilidad como sociedad.
¿Cuántos Lyan más deben desaparecer antes de que el Estado actúe con firmeza?